A Omar Ortiz, portero de los Rayados de Monterrey (equipo de la primera división mexicana), lo inhabilitaron en 2010 para la práctica del fútbol por dos años, tras haber dado positivo en los controles antidopaje. Pero, lejos de dedicarse a las labores propias de los jugadores retirados, «El Gato» decidió ocupar su tiempo en barbecho formando parte activa de una banda de secuestradores. Ayer fue detenido junto a sus compinches, acusados de participar en una veintena de raptos.
A Ortiz, campeón de la Liga mexicana en 2009, se le empezaron a torcer las cosas en marzo de 2009, cuando dio positivo por metiltestosterona, oximetolona y droftanolona en dos controles realizados tras un partido del campeonato local ante el Pachuca y otro de competición continental antes el Once Caldas colombiano. Un año después, «El Gato» (conocido por su afición a los tatuajes) era sancionado por la Federación mexicana y la Confederación suramericana (Conmebol).
Con mucho tiempo libre a su disposición y el acceso a fiestas y saraos que proporciona la fama, Ortiz pasó a integrarse en una banda de secuestradores perteneciente al cártel del Golfo, a la que entregaba información sobre personas susceptibles de ser raptadas.
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