Si en el fútbol todo fuesen goles, grandes futbolistas, jugadas espectaculares y partidos emocionantes, sería realmente aburrido. Disculpad… empezaré de nuevo. Si en el fútbol todo girase en torno a los flashes, los contratos multimillonarios, las grandes presentaciones y el glamour de las estrellas, todo sería monótono y previsible, pero el fútbol a veces nos depara historias que se salen de lo común y son capaces de sorprendernos cuando parece que ya lo hemos visto todo en el balompié aunque los jeques árabes se empeñen en demostrarnos lo contrario. Y es a que a veces, en asuntos del balón la razón no manda.
Nacido en Rotterdam en 1974, Harvey quería ser futbolista. De esa manera, y aunque no tenía un rayo en la frente, acudió a la escuela del Ajax donde coincidiría y entablaría amistad con un ilustre futbolista de la cantera ajacied como Seedorf a pesar de no ser éste pelirrojo, y es que Harvey pertenecía a la insigne generación de aquellos destinados a derrotar algún día a Lord Capello y conquistar así la Copa de Europa sin necesidad de montar en escobas voladoras.
Pero esto no es un cuento de hadas ni una historia de magos adolescentes donde todo se arregla al grito de Alohomora, sino más bien Una serie de catastróficas desdichas. De esa manera, Harvey tuvo que salir del Ajax sin llegar a debutar con el primer equipo con 19 años para ser traspasado de Gryffindor a Slytherin, o lo que es lo mismo, del Ajax al Feyenoord. En la casa del eterno rival, donde siempre fue mirado con lupa por su procedencia, no acabó de triunfar y tras permanecer tres temporadas sin apenas protagonismo en el club holandés buscó nuevos destinos en escuelas menores como las de Groningen, Cambuur o Dordrecht’90 donde la magia se practicaba a cuentagotas.
Cuando parecía que Harvey tiraría la toalla y volvería a su pueblo en Rotterdam abandonando su sueño de ser futbolista apareció de nuevo en escena un viejo amigo de la época de Gryffindor, Clarence Seedorf, quien había abandonado Hogwarts para jugar en el Real Madrid. Seedorf conseguiría que su amigo Harvey le acompañase en su aventura para formar parte del segundo escuadrón de caballería: el Real Madrid B. Todo parecía cobrar de nuevo sentido, pero no olvidemos que esto es Una serie de catastróficas desdichas, y la mala suerte se volvió a cebar con Harvey. Seedorf se vio obligado seis meses después a acudir a la Tierra Media, situada en Milán, con lo que Harvey volvió a quedarse sólo y en Madrid dejaron de contar con él al concluir la temporada.
Lejos de su hogar, Harvey buscó cobijo en algunos territorios de la zona como Zamora o Móstoles, donde tuvo la mala suerte de romperse el tendón de Aquiles. Cansado de sus desdichas, Harvey decidió abandonar el mundo de la magia en el año 2001 y volver junto a los Muggles, vagando por las tierras de Móstoles buscando un empleo con el que ganarse la vida. Así, Harvey trabajó de lavaplatos e incluso de empleado en un circo. Alejado del mundo mágico del balompié engordó hasta los 100 kilos de peso.Cansado de la vida en el circo, Harvey decidió viajar hasta la Tierra Media en 2002 en busca de su amigo y de viejas aventuras. Así, Seedorf, quien era un respetado caballero con galones conseguidos en batalla, le consiguió diversas pruebas en las casas de Torino y Florencia, pero en ninguna de ellas encontró fortuna pues alegaban que antiguas lesiones y la dejadez de los últimos años no podrían devolverle al nivel exigible.
Todo parecía perdido, pero Seedorf volvió a conseguirle un nuevo reto: entrenaría con el segundo escuadrón del Milan, el equipo primavera, con la condición de que no se le haría un contrato hasta que volviese a estar de nuevo preparado para la batalla. Así, Harvey entrenó y entrenó hasta que en el año 2004, tres temporadas después de su retirada, volvió a formar parte de un equipo al firmar un contrato de una temporada con el Milan de Carlo Ancelotti.
Sus oportunidades de saltar al campo de batalla eran mínimas pues lo normal para él era ser la última opción de Ancelotti en un equipo formado por guerreros de la talla de Shevchenko y Kaká, pero cada convocatoria suponía un premio para él hasta que, con 30 años, entró en un partido de Coppa ya resuelto ante el Palermo para jugar los tres últimos minutos, e incluso a punto estuvo de dar una asistencia de gol que Tomasson lanzó por encima del larguero. Con ello, Harvey cumplía por fin su sueño.
Tras terminar contrato con el Milan esa temporada en la que incluso llegó a viajar con el equipo a la final de Atenas que el equipo rossonero perdió finalmente con el Liverpool, Harvey continuó jugando un par de años en el Legnano y el Calcio Lecco de la C2 italiana, tras los cuales abandonó definitivamente el mágico mundo del balompié. Hoy, Harvey recuerda sus aventuras, catastróficas desdichas y desventuras como, según sus propias palabras, “el increíble cuento del hombre que hizo posible lo imposible”.
Y es que, si aquí tuvimos en su día a aquel que bajó del andamio para subirse al escenario, en Harvey tenemos a quien salió de la carpa para entrar en el terreno de juego.
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